Como estaba previsto, me encuentro en Marrakech con Anna y Alain (franceses), suzanne (holandesa) y Philippe y Michel (belgas), este último organizador y guia de la aventura a través de vélo nomade. Tras pasar la noche en Marrakech madrugamos para coger un bus hasta Ouarzazate. Meter todas las bicicletas en el bus será una odisea, el portón del bus no cierra, finalmente salimos con el portón medio cerrado y yo un poco preocupado por la rueda trasera de mi bicicleta, que creo que es uno de los puntos por los que el portón no cierra. 
El viaje dura 4 horas, gran parte de el por una carretera de alta montaña, las cumbres están nevadas, pasamos pueblos y aldeas con casitas de adobe, montes plantados de cipreses y pinos que luchan contra el avance de la desertización, los efectos de las lluvias torrenciales de mes pasado son visibles. Hacemos una parada para comer en un pequeño pueblo en el que hay varios puestos que venden casi de todo y un par de restaurantes, comemos un tajine a la carrera en una terraza junto a la carretera, el conductor del bus está pitando para retomar la marcha. 
Comiendo el típico Tajine.
Llegamos a Ouarzazate descargamos las bicicletas y todo el equipaje, compruebo que todo este bien, la rueda trasera que me preocupaba, esta con presión, pero me doy cuenta que está desequilibrada, reviso la llanta, parece que el problema no está ahí, entonces me doy cuenta que es el neumático que se ha deformado, supongo que a causa de la presión, temo que la deformación afecte a la cámara… «empezamos bien» me digo a mi mismo. La bicicleta de Suzanne también tiene un problema, parece estar afectada una pieza del sillín, lo intenta arreglar en un taller de reparación, le ponen una pieza improvisada por la argucia marroquí que parece funcionar, ese percance nos hace perder alrededor de una hora. Mientras el resto hemos hecho las compras para la cena, desayuno y comida, ya que acamparemos por el camino para seguir al día siguiente.
La cabra preparada en la estación de buses de Ouarzazate
Finalmente salimos en ruta, son las 16:20 y vamos con retraso, tenemos previsto hacer 25 kilometros, no es mucho pero el camino es malo y rodamos a una media de 11 kilometros hora. Ya es prácticamente de noche cuando llegamos al pie de una montaña para acampar, montamos las tiendas con luz artificial y preparamos la cena, agradecemos la luna llena que nos ilumina la noche, el frío es intenso, por la noche las temperaturas caen hasta un par de grados bajo cero; tras disfrutar del cielo estrellado más impresionante que jamas vi, para las 20:00 nos retiramos a las tiendas.
Vista de Ouarzazate
Allez le gards!!
Al día siguiente tenemos previsto hacer 65 kilometros que nos llevará 7 largas horas hacerlos. La etapa ha sido dura, con continuas subidas y bajadas que añadido al pedregal por el que discurren es bastante tortuoso, la gente que nos cruzamos siempre sonríen y siempre saludan efusivamente. La rueda aguanta bien, mi preocupación inicial se desvanece en parte. Con la puesta del sol llegamos a una especie de camping-albergue en medio de la nada, en un cruce de caminos. Nos reciben con un te y unos dátiles, no hay agua caliente, pero nos calientan unos cubos de agua para ducharnos. Ya instalados cenamos una ensalada que lleva patata, tomate, pepino y cebolla y detrás un tajine de pollo, el tajine es uno de los platos más típicos de Marruecos, el nombre viene del cuenco de barro en el que se cocina, suele llevar zanahoria, patata, berenjenas y otros productos de temporada acompañado de pollo u otras carnes y especias. A las 22:00 nos vamos a dormir, hemos quedado a las 08:00 para desayunar, el desayuno típico en Marruecos esta compuesto por mermelada y o miel, aceite de oliva, pan, mantequilla, te y o café y leche. 
Cabras pastando
Alto en el camino a la hora de la comida
Las consecuencias de las lluvias.
Cena chez hassan
Tajine
El momento del te
El día será suave, carretera asfaltada y poco exigente, nos hemos relajado y disfrutado del paisaje, más verde de lo habitual por las abundantes lluvias del mes pasado. La siguiente etapa seguimos llaneando y hacemos noche en el camping del pequeño pueblo de Foum Zguid, que siendo pequeño es el más grande por el que hemos pasado desde la salida de Ouarzazate. Tras el ritual de montar la tienda e instalarnos, vamos a dar una vuelta por las calles del pueblo, la mezquita llama al rezo por la megafonía que se escucha de todas partes, en la calle solo se ven hombres, todos vistiendo con sus fulares y túnicas bereberes, las mujeres son las que realmente trabajan en las tareas de la casa, en el campo, cuidando el ganado…los hombres algo harán pero las calles desde primera hora del día están llenas de hombres deambulando. 
Mezquita
Calle principal de Foum Zguid
De compras por la mañana.
Dios, patria y rey
El quinto día acampamos en la naturaleza, cerca de la población de Tissint, otra noche para observar el cielo estrellado y escuchar el silencio absoluto. Todas las noches que acampamos en la naturaleza veo estrellas fugaces, las noches siguen siendo frías, a las 20:00 ya estamos durmiendo. Me encanta acostarme con el sol y levantarme con el sol, el reloj es prescindible, no importa que hora es, no se que días de la semana es, pues todos los días son iguales en cuanto actividades pero no monótonos ya que cada día vemos y aprendemos cosas nuevas, siento que estoy conectado al reloj universal que regula el planeta tierra, me siento una parte más del universo, pues eso somos, energía cósmica.
Reponiendo fuerzas bajo unas acacias
Por la mañana en Tissint, dónde reponemos existencias.
Al día siguiente pedaleamos hasta Tata, esta nublado y el viento del oeste se deja notar, es frío, tenemos suerte que nos sopla a favor, pues nuestra dirección es sureste. El sillín de Suzanne sigue dándole problemas, en Tata compra uno nuevo finalmente, acampamos en un camping que solo hay autocaravanas, encima del cemento, por estas fechas los camping deberían estar llenos, pero funcionan a medio gas, muchos de los miles de camiones 4×4, todoterrenos, motos y autocaravanas europeos que suelen viajar al desierto del Sáhara no están, la gente tiene miedo a causa del contexto internacional, algunos valientes que cruzamos vienen de Mali y Mauritania y nos cuentan que los camping están vacíos, vivimos en la sociedad del miedo, y no digo que no existan riesgos, pero aquí todo son sonrisas y apretones de mano, ninguna hostilidad. Algunos dicen que el mundo islámico está ganando la batalla del miedo, pero yo creo que son los medios occidentales los que difunden ese miedo para luego justificar las atrocidades que cometen nuestros gobiernos a través de guerras «humanitarias» que en realidad buscan el control de recursos. 
Tata
Tata por la mañana
El séptimo día pedalearemos hasta Akka, 7 días de vida nómada y algo más de 300 kilómetros hacen que el cuerpo se queje un poco, cae alguna gota que no llega a mojar el suelo, es el tercer día que sopla el viento del oeste, hoy con más intensidad, hay mucho polvo en suspensión, que forma remolinos de arena, los últimos kilómetros nos da el viento de costado y por momentos de frente, entonces valoramos la ayuda extra que está siendo el viento que hace que hagamos medias de 27 kilometros hora. El camping de Akka está de obras, nos dicen que hay otro en el centro del pueblo, pero no lo hay, esta noche toca «hotel», aprovechamos para hacer la colada y «ducharnos» con agua fría. 
Entrada a Akka
Al día siguiente hacemos 90 kilómetros casi sin despeinarnos, el viento sigue soplando con fuerza, es el cuarto día consecutivo. El objetivo es llegar a Foum el Hish. Por el camino paramos en una aldea para avituallarnos, es el día del mercado y está lleno de gente, se acercan varios hombres curiosos a conversar con nosotros, las mujeres y niños nos miran con recelo y algunas risas. Llama la atención que las mujeres (algunas niñas) unas llevan velo blanco y otras negro y nos explican que las mujeres con velo negro, están casadas, las que llevan velo negro, solteras. Antes de llegar a Foum el hish pasamos un control de la gendarmería marroquí, la carretera por la que circulamos va paralela durante unos cientos de kilometros a la frontera con Argelia que está a unos 30 kilometros, es una frontera imposible de controlar, por lo que cada cruce que se adentra hacia Marruecos hay un puesto de control permanente y todos los caminos que se dirigen hacia la frontera argelina están cortados, no físicamente, sino por medio de una señal de advertencia que prohíbe el paso, de hacerlo y ser descubierto estarás en un buen lio. Muchos de los subsaharianos que intentan saltar la valla en Ceuta y Melilla, entran a Marruecos por esos 500 kilómetros de frontera. Pienso en la fuerte determinación que empuja a esas gentes a iniciar semejante viaje, victimas de las guerras y el hambre, sabemos, aunque no existen datos exactos, cuantos de ellos mueren intentando cruzar el estrecho, pero me pregunto, ¿cuantos de ellos mueren intentando cruzar el desierto? 
Día de mercado.
Gallinas listas para ser sacrificadas. Las carnicerias suelen tener las gallinas vivas y el cliente elige cual quiere y se la preparan allí mismo..
Control de la gendarmeria
Cus cus para todos!!
Hoy es el noveno día pedaleando por las llanuras del Sáhara, el viento del oeste sopla con menos fuerza, hacemos las compras previendo que la noche acampamos en la naturaleza, doble ración de pan, de agua, sardinas enlatadas, atún con tomate enlatado, fruta y yogur, ese es el menú de cada día para la comida del mediodía y de no estar en una población también la noche. A 20 kilometros para cumplir el kilometraje previsto cojo un gran agujero en la carretera que hace que se rompa una de las sujecciones de la alforja izquierda. La sujeto con 2 cuerdas elásticas, parece que queda bien sujeta. Estamos buscando un sitio adecuado para acampar, el terreno es llano y pedregoso, no hay muchas opciones, finalmente, nos adentramos 300 metros por un pedregal hasta llegar a unas rocas que nos protegen un poco del viento y de las miradas de la carretera. Estamos de nuevo bajo las estrellas, para las 20:00 nos retiramos. 
Es la segunda noche que no duermo debido al viento, está haciendo un tiempo muy rebelde, durante la noche llovió un poco e hizo mucho viento. Tras desayunar, nos ponemos en ruta, el viento nos sigue dando en la espalda y levanta una gran polvareda, los últimos 13 kilómetros cambiamos la dirección y el viento nos sopla de cara, llegamos todos medio descompuestos al camping, pero esta noche nos espera, ¡¡una buena chuleta de camello!! Estamos en un pueblecito al lado de Guelmin, antigua puerta del desierto, dónde antiguamente llegaban los Tuareg del desierto a vender e intercambiar sus productos con los Bereberes y comerciantes del valle del sus, hoy día cada sábado hay un mercado de camellos. 
Chuletas de camello!!
Hoy tenemos previsto llegar a la costa, a Sidi ifni y me siento especialmente motivado, tengo muchas ganas de ver el océano, la etapa de 66 kilómetros es un rompepiernas con continuas subidas y bajadas. Las lenguas populares dicen que la carretera está cortada por las lluvias pasadas, que hay 10 kilometros de pista, pero decidimos ir por esa carretera, pues con la bicicleta puedes pasar casi por cualquier sitio, finalmente comprobamos que excepto los puentes que cruzan los barrancos está transitable y los 10 kilómetros de pista no existen. Hay que coger siempre con pinzas las informaciones que nos dan. En Sidi ifni acampamos en un camping junto al mar, hay fuerte oleaje que genera un fuerte estruendo. La alforja ha resistido bien. Lo primero que nos llama la atención de Sidi ifni es que los edificios ya no son, como hemos visto en todo el trayecto, de color crema, están pintados de blanco y azul, además en Sidi ifni los más viejos hablan castellano, pues hasta 1975 pertenecía al estado Español, la gente es más blanca y no son bereberes sino árabes, tienen otro carácter, a priori más arisco, también hay mucha gente que viste ropa occidental, que no son musulmanes practicantes y beben alcohol y fuman, no tienen valores ni modales y me resultan un tanto hostiles, voy a hechar de menos la amabilidad y hospitalidad de los bereberes del desierto. La costa y el norte de Marruecos, desde marrakech esta poblada por árabes. Está nublado y por momentos llueve un poco, la temperatura es suave, hoy para cenar toca pescado, dorada a la plancha, en el mercado previamente hemos visto rapes, lenguados, anguilas, bogavantes gigantes… 
Ayuntamiento de Sidi ifni
Cabezas de las reses que venden en las carnicerias y que suelen poner colgadas de un cordel en la entrada para autentificar la carne que venden
Gallinas frescas junto a una de las carnicerias del mercado de Sidi ifni
Mercado de Sidi ifni
Vista de Sidi ifni
Desde Sidi ifni recorremos los 68 kilómetros de costa hasta Aglou plage, el día por fin es soleado y disfrutamos de la brisa del mar y los paisajes de acantilados arenosos y aveces rocosos de esta zona de la costa. Paramos a comer junto a una playa, Suzanne se atreve con un baño, el agua esta fría y la corriente mar adentro es muy intensa, son playas peligrosas, con grandes olas que hacen que sea un lugar llamativo para surfistas. En Aglou plage acampamos en el camping, es mi última noche con el grupo, al partir de aquí continua mi viaje en solitario. Ha sido una gran experiencia compartir este periplo en grupo, experiencia en la que he aprendido a como sobrevivir en Marruecos de aquí en adelante. 
Aglou, mantenga la playa limpia
Cus cus con carne
Casas de pescadores bereberes junto al mar
Paseo de Aglou plage
kilómetros de utopía 